La película que lanzó a la fama a su director y le convirtió, de la noche a la mañana, en uno de los mejores realizadores del cine de terror. Utilizando un argumento prácticamente inédito hasta entonces, como son los zombis, hace una película de terror sin pausas en la cual una serie de personas muy dispares se ven acorraladas por los muertos vivientes, deseosos de comérselas vivas. Con un final que crispa al espectador y rodada en blanco y negro, se alzó no obstante como un clásico del género.
El mismo director realizó, aunque fue dirigida por otro, 22 años después una nueva versión en color, bastante fiel al original, que ya no tuvo apenas repercusión entre los aficionados, a pesar de estar hecha con casi la misma corrección que la primera.
La historia comienza bruscamente, con Bárbara (Judith O'Dea) y su hermano, Johnny (Russell Streiner), que son atacados por un hombre extraño mientras visitaban la tumba de su padre en un cementerio remoto. Ella consigue librarse y huye a una granja abandonada. Allí se encuentra con Ben (Duane Jones), a quien también le han perseguido esos extraños hombres. Pronto organizan la defensa y fortifican la casa clavando tablas encima de las puertas y ventanas, aunque Bárbara no participa por haberse quedado loca.
Mientras trabaja, Ben explica que la mayoría de los pueblos cercanos están infectados por esos maníacos, y muchas personas han sido asesinadas por ellos. Después de afianzar la puerta y el suelo, descubre que un grupo de personas estaban ocultas desde el principio en el sótano, dirigidas por un hombre llamado Harry Cooper (Karl Hardman). Allí están su esposa Helen Cooper (Marilyn Eastman) y una pareja de adolescentes, Tom (Keith Wayne) y Judy (Judith Ridley), a quien ya han mordido las criaturas.
Las noticias de la televisión anuncian que las personas asesinas no son locos, sino muertos que han regresado a la vida para comer carne con la cual vivir. Encerrados en esa casa, los miembros de ese pequeño grupo se preparan para sobrevivir.
Con el deseo de recoger su anterior éxito sobre zombis, Romero realiza la mejor de sus películas y quizá la única que demuestra cuál es su verdadero talento. Con un planteamiento inicial sin explicaciones previas, nos encontramos con la Tierra dominada casi totalmente por los zombis, seres que necesitan comer carne viva para apaciguar sus dolores. Los supervivientes se refugian en un supermercado y vemos entonces mezclados el terror para no ser devorados vivos, las disputas entre ellos y una crítica social a cargo de los mismos zombis.
Terror asegurado, maquillaje excelente y un final plenamente lógico.
Una de las pocas películas españolas de terror que merece ser revisada en esta obra temática. Realizada con el deseo de su proyección internacional y contando con la ayuda de actores norteamericanos, se realizó este filme sobre el ataque de unos zombis, aprovechando un poco el éxito de la película de George A. Romero. En esta ocasión, no podemos negarle su buen hacer al director y a los actores, consiguiendo entre todos un más que aceptable resultado. Los zombis reviven ahora a causa de un sonido infrahumano, captado por el tosco cerebro de los muertos y que les obliga a salir de sus tumbas para comenzar a devorar cerebros y cuerpos calientes.
Tercera parte de la trilogía sobre Zombis, pero esta vez tratando de encontrarles el lado bueno a los sufridos muertos. El resultado es que el público pierde miedo a los zombis y esto es imperdonable en una película de terror. No obstante, y aunque la película ha sido muy criticada, se nota la mano maestra de Romero y hay momentos con buenos sustos.
Ahora los zombis han acorralado a los protagonistas en una zona militar enclavada en las entrañas de una montaña y su supervivencia depende de que logren comunicarse con ellos. Un alborotado médico encuentra la manera de domesticar a los muertos, pero algunos de sus compañeros prefieren matarles de nuevo a balazos.
He aquí un ejemplo por el cual un mal doblaje puede arruinar una película correcta. Tanto el tono de voz, como los diálogos, no son propios de una película seria. Si nos ponemos tapones en los oídos podremos disfrutar de una de las mejores parodias del género zombi. Con un argumento bien concebido, pocas pausas de terror y un final acertado, esta película mereció mejor trato por parte de la crítica.
No se pierdan la escena en la cual Tina realiza un memorable desnudo integral encima de una de las tumbas, mientras asegura que su mayor placer sería ser comida viva por un muerto. Cuando su deseo se hace realidad no pudimos ver la expresión de felicidad que se presagiaba. Quizá por eso no la volvimos a ver nunca más en una película.
Con los actores que aún no fueron comidos por los zombis en la anterior secuela, se realiza esta película aprovechando el buen éxito de la otra. Aunque el tono cómico trata de conseguir que el público juvenil se interese en este tipo de filme (y para eso se utilizan protagonistas jóvenes), lo cierto es que la abundancia de sangre se pasea durante toda la película. De todas maneras, ninguna de las dos secuelas es tan mala como la crítica quiso ver.
Vemos buenas escenas de terror, siempre a cargo de los zombis, y alegorías al mundo de la música pop, con inclusión de un Michael Jackson en plan zombi bailando al son de una descarga eléctrica.
Nuevo concepto del cine de zombis, contando con un buen relato original. Unos científicos empeñados en devolver a la vida a los muertos con un suero especial, se ven envueltos en unos resultados incontrolables. La película saltó a la fama también por una escena erótica en la cual la cabeza de uno de los resucitados se empeña en realizar un cunnilingus a la protagonista, quien había sido desnudada previamente por el zombi descabezado. Impresionante. El contraste se ofrecía cuando vemos a otra muerta, seccionada en dos partes, bastante menos agraciada, pero con muy mal genio en su lenguaje.
Fue premiada con el primer premio en el festival de Cine Fantástico de Sitges y con el Premio especial del mercado del filme en Cannes.
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He aquí un ejemplo por el cual un mal doblaje puede arruinar una película correcta. Tanto el tono de voz, como los diálogos, no son propios de una película seria. Si nos ponemos tapones en los oídos podremos disfrutar de una de las mejores parodias del género zombi. Con un argumento bien concebido, pocas pausas de terror y un final acertado, esta película mereció mejor trato por parte de la crítica.